sábado, 26 de julio de 2008

LAS PLEYADES: Su rol en el mundo andino


Fue la constelación estelar más importante de la astronomía Inka y hasta tuvo un templo propio dentro del Qorikancha. Se dice que era la madre de todas las estrellas y también que es una pieza clave para comprender el calendario Inka.
Nos referimos al cúmulo estelar abierto más bello y popular del cielo observable. Su nombre técnico es M 45 (El Número 45 del Catálogo Messier) y en los mapas estelares aparece como Eta Tauro (referido a su principal estrella Alcyone) porque está ubicado dentro de esa constelación occidental. En los países de habla hispana se le llama “Las 7 Hermanas” o las 7 Cabrillas. La mayor parte de sus estrellas más brillantes están ubicadas a unos 400 años luz de distancia de la Tierra y por su espectro se sabe que son estrellas azules, muy jóvenes, calientes y todavía envueltas dentro de la nube de gas y polvo cósmico que les dio origen. Según la mitología griega son las 7 hijas del gigante Atlas y la bella Pleione.
En la cosmología de los pueblos andinos desempeñaba un importantísimo papel por ser un grupo estelar que al ser observado atentamente por especialistas servía para pronosticar la cantidad de precipitación pluvial o los cambios climáticos que se verían cuando llegase la temporada de lluvias. Todavía hoy en día sigue cumpliendo ese rol en algunas comunidades campesinas.
Recordemos que en la sierra peruana no se aprecian las cuatro estaciones del año que define el clima de otras latitudes. Aquí las estaciones de centralizan en dos grandes épocas o ciclos: Tiempo de Secas ( o Secano) y Tiempo de Lluvias. Por lo tanto, es diferente a otros lugares el modo de apreciar las variaciones climáticas y la planificación de las campañas agrícolas.
Le llamaban “Qollqa” (almacén, granero, deposito) porque era referencia inequívoca de la calidad y cantidad de la producción agraria futura y por tanto el almacenamiento de excedentes en esos almacenes que había en todo el Tawantinsuyu para socorrer al pueblo en casos de escasez o emergencia.
Leyendo documentos antiguos, especialmente el llamado “Manuscrito Anónimo de Huarochirí” de autor desconocido y probablemente escrito hacia 1600, se puede saber que la observación de las Pléyades era el mejor modo de diagnosticar el comportamiento del clima y la cantidad de lluvias que debían llegar hacia octubre o noviembre. Tales observaciones se realizaban en la época de su primera salida helíaca (la primera observación en el cielo de la mañana, antes de la salida del Sol) que ocurre cada año entre la segunda y tercera semana del mes de Junio, justamente antes del Inti Raymi, la gran fiesta del Sol.
Dice el documento (en versión explicada) que “Cuando las estrellas de la Qollqa se veían grandes y brillantes vendría un época de lluvias normales y por lo tanto buenas cosechas para alegría de todos, pero si éstas se veían pequeñas y débiles vendrían épocas de sufrimiento y de hambre”
Esta versión, aparentemente anecdótica y hasta tribial, fue tomada por mucha gente como simple mito o parte de la ignorancia campesina. Sin embargo, también hubo gente que se dedicó a hacer investigaciones y hoy en día podemos decir, con el apoyo de la ciencia, que nuestros antepasados tenían la razón.
La prestigiosa revista norteamericana especializada en astronomía Sky & Telescope, en su edición de Junio 2008, ha publicado un artículo del conocido arqueoastrónomo Edwin C. Krupp en el que se comenta, aparte de mostrar la importancia de las Pléyades como pronosticador del clima en los antiguos pueblos griegos y del mediterráneo, un informe sobre su importancia en el mundo andino. Krupp da cuenta de los estudios realizados por el Antropólogo norteamericano Benjamín Orlove, quien ayudado por el climatólogo John Chiang y el Meteorólogo Mark Cane hicieron un interesante estudio que detallamos a continuación:
Orlove, maravillado con los relatos referidos a las Pléyades (Qollqa) y su relación con la época de lluvias que le habían sido referidas en muchas comunidades andinas, dedicó su tiempo a hacer un estudio de la climatología de la sierra peruana y su relación con las observaciones de la Qollqa.
Reunió a un equipo de especialistas y luego de buscar estadísticas climatológicas de más 30 años en varios puntos de la sierra peruana, además de abundantes fotografías tomadas por satélites meteorológicos, llegó a concluir que en los años normales los vientos predominantes van de Este a Oeste llevando los vientos hacia la costa y permitiendo de este modo un equilibrio atmosférico que derivaba en cielos limpios en junio y julio (época de observar a la Qollqa) y lluvias normales desde octubre y noviembre.
Pero en los años en que el clima se torna anormal, caso de la ocurrencia del llamado Fenómeno del Niño, las aguas del Océano Pacífico son calentadas por la Corriente del Niño ( que viene del Norte, junto a las costas ecuatorianas) lo que produce excesiva evaporación y calentamiento del aire. Esto provoca unas nubes llamadas cirrus (grandes franjas de nubosidades tenues y vaporosas que casi no se advierten) sobre la llanura amazónica, entre los 6 y 10 mil metros de altura. Al ser traídos por las corrientes de aire hacia la sierra sur, cubren los cielos de manera casi invisible, produciendo la visión borrosa y debilitada de las Pléyades (Qollqa).
De allí nace aquello de ver las Pléyades (Qollqa) brillantes o débiles y su rol de pronosticador del clima futuro, específicamente, de la época de lluvias.
Todavía hoy en día, en muchas comunidades andinas donde hay agricultores con una gran sensibilidad e intuición para estos trabajos, se hace la observación de la Qollqa y si se presentan sus estrellas debilitadas y sin mucho brillo entonces se sabe que las lluvias llegarán más tarde de lo acostumbrado; por lo tanto, la siembra de la papa debe hacerse más tarde de lo acostumbrado y asimismo tomar otras estrategias para paliar la falta de lluvias tempranas o buscar otras soluciones.
Pero esto no termina simplemente con una explicación científica que acaba con el encanto y el misterio de la Qollqa…hay muchas otras cosas que nos tiene guardadas. Se las diré pronto.

Bibliografía:
“Weathering the Stars” By E.C. Krupp. Sky & Telescope, Magazine. USA. June, 2008 Pag. 43-45
“Un Fiel Puñado de Estrellas” Mariano Ribas, Argentina, 2007.

jueves, 24 de julio de 2008

LA VIA LACTEA : EL HATUN MAYU


En las noches de junio y de julio, luego del anochecer, podemos ver entre las estrellas del cielo nocturno una gruesa franja débilmente iluminada y de apariencia nubosa que cruza el firmamento de noreste a suroeste. Es la porción central de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Lastimosamente esta bella e increíble visión solo es posible, en la actualidad, desde lugares lejanos y oscuros debido a la creciente polución lumínica de las ciudades derivada del mal uso del sistema de iluminación eléctrica y que impide ver el cielo estrellado.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, contiene unos 200,000 millones de estrellas además de nebulosas formadas por gas y polvo interestelar, y constituye un complejo sistema de unos 100,000 años luz de diámetro. De perfil parecería una estructura lenticular con un centro brillante y más abultado. Visto desde arriba ( o desde abajo) parecería una rueda espiral con brazos o ramales girando a una velocidad de 250,000 años por cada vuelta.
Aquí vivimos, en uno de sus brazos lejanos, a 30,000 años luz del centro, formando parte de un sistema planetario alrededor de una estrella de tamaño mediano llamado Sol. Desde nuestra perspectiva alcanzamos a ver, en todas su plenitud, la parte central de la galaxia que pareciera estar sobre muestras cabezas. Observando con detenimiento la Vía Láctea podremos darnos cuenta que a lo largo de ella hay una serie de manchas oscuras, a manera de sombras, que intercalan o parecen enredarse con las porciones brillantes. Son las enormes cantidades de materia cósmica (polvo y gas interestelar) que no están siendo iluminadas por estrellas cercanas y por eso interceptan la luz de las otras estrellas de fondo. Este material oscuro, además, servirán para formar nuevas estrellas en el futuro.
Para los Inkas esta franja luminosa constituía la personificación celestial de su río sagrado que recorre el Valle Sagrado : El Willka Mayu (hoy llamado Vilcanota).
Las diferentes posiciones del río celestial eran de particular interés para establecer los ejes matrices de la geografía tawantinsuyana (nor este – sur oeste y nor oeste – sur este). Así, durante los equinoccios o solsticios, el Hatun Mayu servía para establecer ciertas direcciones en el horizonte para vincular a los Suyus o regiones con la gran capital y darle a ésta su verdadero rol geopolítico; es decir, el Centro del Tawantinsuyu, el Ombligo del Mundo (eso significa la palabra Qosqo o Cusco). La comprobación de lo planteado aquí, simplemente se demuestra combinando en un gráfico, las dos posiciones extremas del Hatun Mayu y como resultado tendremos que el punto de aparente intersección o giro de la galaxia queda en el cenit del Qosqo.
A todo lo manifestado podemos agregar también que los ejes principales de los caminos Inkas, los Hatun Ñan, siguen la misma orientación que la galaxia.

Dentro del Hatun Mayu estaban también representados los muchos personajes mitológicos y sobrenaturales de su rica cosmología, y que tenían participación activa en los ciclos naturales (estaciones) y los procesos reproductivos (agro y pecuaria).
Precisamente esas manchas o sombras constituyen las llamadas “Constelaciones Oscuras” y en ella se puede apreciar una gran cantidad de seres mitológicos o representaciones sobrenaturales de animales que pertenecen a la cosmología Inka.
Entre estos tenemos:
La Llama Sideral conocida como Yakana (Llama Kamaq?) o Qatachillay.
La Pequeña Llama o Uña Llama. Es la cría que amamanta a su madre.
El Zorro o Atoq que es infaltable en todos los cuentos y mitos andinos.
El Pastor o Michiq cuya misión es proteger a la llama sideral y su cría.
El Kuntur o Cóndor andino.
La Perdiz o Lluthu que viene a ser la nebulosa oscura del Saco de Carbón, en la Cruz del Sur.
El Sapo o Hampat’u, entre el pie de la Cruz del Sur y Eta Carinae.
La Culebra o Serpiente, llamada Mach’aqway.
El Oso Celestial o Ukhumary, escondido en la zona norte de la galaxia.
La Alpaca Negra o Yana Allpaka, Una alpaca macho escondida en la zona de la constelación occidental de Cygnus (Cisne).
El Venado o Taruka o LLuych’u, también escondido.
Y quedan muchos otros seres sobrenaturales en la porción norte de la galaxia y de los que se ha perdido la información a través de los 500 años de “ignorar y rechazar las creencias y la religión andina” porque se pensaba que era producto de una mentalidad “primitiva e ignorante”. ¡Qué poco respeto se tuvo del pensamiento andino y su relación dios - naturaleza!
En próximos artículos detallaremos, en la medida de nuestras investigaciones, cada una de las Constelaciones Oscuras y con ellas la importancia o rol que desempeñaban dentro de ese maravilloso e increíble esquema celestial andino.
Finalmente, es necesario comentar ( y también invitar) la lectura del trabajo de W. Sullivan : “El Secreto de los Incas” que trata precisamente del Hatun Mayu y la hipótesis que sugiere que los grandes eventos de la historia incaica estaban vinculados a la observación de la Vía Láctea y su inevitable cambio de posición a causa de la precesión de los equinoccios que determinó la finalización de un tiempo o era llamado “pachakuti”. Sin duda, un trabajo polémico e interesante del que comentaremos en el futuro.

miércoles, 16 de julio de 2008

LOS PLANETAS DE LOS INKAS


Puriq Qoyllur (Estrella Caminante) fue el nombre que los sabios del Tawantinsuyu dieron a los planetas.
Y es que para cualquier observador atento y perseverante es fácil darse cuenta que en el cielo estrellado, luego de algunas semanas de observación paciente, hay ciertas “estrellas” que van desarrollando movimientos aparentemente erráticos por entre las demás estrellas. Algunas de ellas, con movimientos lentos, parecen quedarse rezagados ante las demás estrellas (caso de Júpiter o Saturno) y otras que algunas veces parecen adelantarse a las estrellas por unas semanas y luego regresar en sentido contrario o aparecer un tiempo de un tamaño pequeño para luego retornar convertido en una enorme “estrella” luminosa (caso de Marte) ; y por último, otras que solo se ven al atardecer o al amanecer y nunca llegan a situarse en el cenit (caso de Venus y Mercurio). Cinco son estos errantes del cielo que se les puede ver a ojo desnudo (simple vista) y hay que ser muy poco curioso o demasiado indiferente para no darse cuenta de sus cambios de posición cuando se observa el cielo nocturno durante una temporada.

Estos cinco Puriq Qoyllur fueron ampliamente conocidos y observados por los sabios especializados del Qosqo( Los Hamaut’as, Willaq Umu, Killawata Qhipukamayuq, etc.) quienes sabían de sus movimientos dentro del ordenamiento cósmico. Lo que desconocemos es el aspecto astrológico que pudieron representar los planetas para nuestros sabios. No hay referencias concretas para saber si los planetas “influían” en las acciones humanas o que “determinaban” hechos extraordinarios.
Sabemos, por nuestras largas jornadas de investigación, que el significado que le dan a cada uno de los Puriq Qoyllur en algunos pueblos andinos, está muy influenciado por la astronomía occidental; sin embargo, también se puede pensar que tal vez hayan ciertas coincidencias con otras culturas o alguna raíz primitiva que nos lleve a pensar que alguna vez las culturas ancestrales estuvieron relacionadas. Puede alguien negar ésa posibilidad?
Revisemos, para comenzar, la lista de planetas de estos cinco planetas y sus nombres quechuas:
Mercurio : Qhatu Illa
Venus : Ch’aska
Marte : Auqayuq
Júpiter : Phirwa
Saturno : Hauch’a
Sobre el significado de cada uno de los nombres quechuas hay una variedad muy grande de interpretaciones no habiéndose llegado a un acuerdo debido a la falta de un acuerdo y consenso entre los investigadores. Sin embargo, intentaremos algunas definiciones.

Sin duda alguna, entre los planetas conocidos destaca Venus o Ch’aska por ser el planeta más brillante y por ser el de los movimientos más fácilmente discernibles. Ch’aska aparece una veces en el cielo del amanecer y otras en el cielo del poniente. En el término de un año se posiciona por muchas semanas unas veces antes del orto y otras después de la puesta del Sol pero jamás se aleja demasiado del astro rey debido a que su órbita es interior, es decir, que se halla entre la Tierra y el Sol.
Los Inkas pensaban que Ch’aska era un sirviente del dios Sol y por eso siempre estaba cerca de él, dispuesto a servirlo. Los cronistas españoles interpretaron como un paje del rey Sol. Ch’aska significa cabellos desordenados o enredados lo que tal vez sirvió para explicar el brillo tan intenso, a manera de rayos, que tiene este planeta.
Otro planeta importante fue Júpiter debido a que también tiene un intenso brillo pero su recorrido orbital es diferente al de Venus. Júpiter “camina” muy parsimonioso por el cielo avanzando siempre hacia el Este en su movimiento aparente por el cielo. Nada lo detiene y siempre aparece brillante y conspicuo entre las constelaciones. Es característico su color amarillento – verduzco lo que difiere de Venus que se ve blanco. Se le conocía con el nombre de Phirwa ( su significado es poco conocido) y se dice que este planeta era el protector de las Qollqas (almacenes de alimentos deshidratados y otros ) que por todo el Tawantinsuyu abundaban a fin de que nunca falte abastecimientos y reservas para los tiempos duros de hambruna y/o escasez.

El planeta Marte también era bien conocido debido a su inconfundible color rojizo y a las épocas de acercamiento a la Tierra, fenómeno que se observa cada dos años. En cada acercamiento Marte aparece grande y brillante convirtiéndose en una “estrella” de brillo espectacular que provoca admiración de todo el que lo ve. Se dice que representa al patrono de las guerras y acciones militares por eso lo llamaron Awqayuq (derivado de Awqa que significa enemigo, guerrero, soldado, etc.)

Saturno era conocido por el nombre de Hauch’a y era para los hombres andinos la “estrella” que podía traer pestes y enfermedades así como infortunios. En realidad poco se sabe del conocimiento de este planeta que también tiene un brillo intenso y una coloración amarillenta. Sobre el nombre Hauch’a poco se sabe sobre su real significado pero se asocia con una hierba venenosa y con la peste.

Finalmente, Mercurio, el planeta que solo se ve en contadas oportunidades también tenía un nombre quechua: Le llamaron Qhatu Illa que traducido libremente sería “Mercado o lugar de trueque de la madrugada o inicio del día” Y es que este planeta era el protector de los que llegaban a la gran capital trayendo sus productos o mercaderías para ser intercambiados por otros de la zona. Sabemos que grandes caravanas de llamas cargadas con pescado seco y mullu (conchas de mar, indispensables para los rituales) llegaban desde el Chinchaysuyu o cargamentos de Qañiwa, Ch’uñu (papa deshidratada), Ch’aqo (una arcilla medicinal),etc. llegaba del Qollasuyu. Del Antisuyu llegaba la hoja sagrada Kuka (coca), frutas de la selva, pieles de tigrillos, boas y otros reptiles.
Mercurio por ser un planeta interior también es visto siempre cerca del Sol; unas veces por delante y otras veces por detrás solamente que nunca se aleja tanto como Venus porque su órbita no se lo permite.

LA CATEGORIA DIVINA DE LAS SUQANQAS


Dice Garcilaso en sus Comentarios Reales que en la ciudad del Cusco y más propiamente en los cerros aledaños y plazas principales, se alzaban unas columnas de piedra ricamente labradas a las que el pueblo veneraba porque constituían lugares sagrados donde el dios Sol hacía presencia para señalar fechas específicas del calendario.
Tales columnas llamadas suqanqas o saywas tenían carácter sobrenatural y por ello, en ciertas épocas del año, eran bellamente adornadas con flores, tejidos y otros ornamentos. Eran los días correspondientes a solsticios, equinoccios o épocas de siembra, cosecha, trasquila del ganado, etc. en los que la luz del Sol proyectaba sombras en ciertas direcciones que determinaban la exactitud de una fecha esperada. Ese día era motivo de especiales celebraciones y precisamente, la devoción y magnificencia con que se cumplía este ritual fue la causa de su sistemática destrucción. Los intolerantes y dogmáticos religiosos hispanos asociaron este ritual de profundo y respetuoso homenaje al dios Sol con una práctica idolátrica de adoración al demonio. Consecuencia de ello fue la casi inmediata orden de destrucción.
Cada columna o mojón constituía en sí misma una waka (santuario – adoratorio) porque representaba una manifestación divina según la cual el propio dios Sol, como buen padre, ofrecía a sus hijos una muestra de su inmenso poder: la llegada de una época o fecha del año que debía ser rigurosamente observada y registrada en los quipus para determinar criterios y medidas para una adecuada planificación del calendario agrícola, pecuario o ritual.
Muchas de estas suqanqas, especialmente las más grandes, que se ubicaban en las cumbres de los cerros que rodean la ciudad hacia oriente y hacia occidente fueron registradas como wakas principales durante el registro que hizo el religioso, cronista y extirpador de idolatrías Bernabé Cobo antes de proceder a su destrucción como parte del proceso de evangelización católica y su lucha contra “los infieles e idólatras indios”. Tal vez sólo porque Cobo cumplió con este registro dispuesto por las instancias superiores pudimos enterarnos de la existencia de tales santuarios y marcadores.
La destrucción de wakas se cumplió rigurosamente y de las 328 (aproximadamente) que existieron hoy no quedan sino unos cuántos muy destrozados, casi irreconocibles y de los que sólo quedan sus nombres españolizados que han perdido su original significado. La peor parte se llevaron las suqanqas de las que no quedó ni la cimentación por temor de que el pueblo indígena volviera a ésos lugares a seguir “adorando al demonio” como decían las autoridades religiosas.
De las suqanqas que tenemos el registro correspondiente y que tienen la categoría de waka sólo algunas están más o menos explicadas en la relación de Cobo. Así tenemos:
Por el Este : Región del Antisuyu y parte del Collasuyu (Qollasuyu)
An. 4:6 (Sexta waka del 4to. Seqe del Antisuyu)
Se llamaba Illansayba (Illary saywa?- columna del amanecer?) el que según Cobo eran unas piedras a las que hacían sacrificios los visitantes del Antisuyu: Por el nombre pensamos que más bien era un marcador del solsticio de invierno en el momento de la salida del Sol.
An. 5:7 (Sétima waka del 5to. Seqe del Antisuyu)
Se llamaba Aquarsayba (?) y era una waka de gran veneración. No se conoce los detalles pero el nombre sayba (saywa) denota, de por sí, una gran columna o mojón de piedras.
Co. 4:9 (Novena waka del 4to. Seqe del Collasuyu)
Era un cerro grande llamado Sinayba ( ?) Comentario: Muchos cerros aledaños al Cusco, especialmente los más lejanos, eran tenidos por saywas naturales debido a que una columna o mojón hubiera sido muy difícil de ver a tal distancia. Entonces un método más sencillo habría sido observar la salida del Sol en la línea de mira de algún perfil, roquedo o alguna escarpadura muy particular en un cerro en un cerro. En la región del Cusco los cerros son muy escarpados y no falta algún detalle orográfico que sirva para tal propósito.
Por el Oeste : (Región del Chinchaysuyu y parte del Cuntisuyu)
1. Ch. 6:9 (Chinchaysuyu) Sobre el cerro Quiangalla (quechua españolizado) habían dos mojones o pilares que tenían por señal cuando llegaba el invierno (21 de Junio)
2. Ch. 8:7 Eran dos mojones que señalaban la fecha de la siembra del maíz (Sara, en quechua) y donde hacían sacrificios para procurar una buena siembra.
3. Cu. 13:3 (Cuntisuyu) Eran dos mojones en el cerro Chinchincalla (hoy en día no identificable) a las que llegaba el Sol en época de siembra (de la papa?)
La mayoría de los lugares de identificación de las suqanqas que señala el documento de Cobo no han sido encontradas debido, como ya dijimos, a su destrucción total y de las que no se dejaron “piedra sobre piedra”.
Así fue la torpe, injusta e ignorante actitud del invasor español cegado por sus dogmas y su afán de esconder una manifestación cultural tan sabia y avanzada que encontraron en estos territorios.